Octubre es el mes de sensibilización sobre el cáncer de mama, una oportunidad para hablar no solo de detección temprana y tratamiento, sino también de alimentación y prevención. Y sí, también de mitos que todavía hacen daño. Uno de los más persistentes dice que la soya aumenta el riesgo de cáncer de mama. Y no, no es un rumor de redes sociales: incluso hoy se sigue repitiendo en consultas médicas. Pero con la evidencia científica actual, ese consejo no solo está desactualizado, es directamente, un mal consejo.
Durante años se creyó que la soya podía ser perjudicial porque contiene isoflavonas, compuestos naturales que se parecen estructuralmente a los estrógenos humanos. Esa similitud llevó a pensar que podían “estimular” el crecimiento de tumores dependientes de estrógeno. Pero la ciencia nos mostró otra historia: Los humanos tenemos dos tipos de receptores de estrógeno, llamados alfa y beta.
Los receptores alfa promueven la proliferación celular, mientras que los beta hacen lo contrario: frenan el crecimiento y ejercen un efecto protector. Y aquí está la clave: las isoflavonas de la soya se unen principalmente a los receptores beta, no a los alfa. Esto significa que su efecto es antiestrogénico: ayudan a bloquear la proliferación de células cancerosas.
¿Qué dice la ciencia y las organizaciones de referencia?
Más de una década de estudios en humanos ha demostrado que la soya no solo es segura, sino que puede reducir el riesgo de recurrencia y mortalidad en mujeres con cáncer de mama.
Las principales instituciones internacionales coinciden:
- American Cancer Society:
“El consumo de soya antes o después del diagnóstico está asociado a un menor riesgo de mortalidad total y de recurrencia.”
- World Cancer Research Fund:
Incluye las legumbres, entre ellas la soya, entre los alimentos a priorizar para prevenir el cáncer.
- American Institute for Cancer Research:
Recomienda el consumo regular de soya, y la clasifica como un alimento seguro y beneficioso para sobrevivientes de cáncer de mama.
¿Cuánta soya es recomendable?
Los estudios poblacionales muestran beneficios con un consumo moderado y regular, equivalente a 1–2 porciones diarias.
Una porción puede ser:
- 1 taza (240 ml) de bebida de soya
- ½ taza de tofu o tempeh
- 1 taza de edamame
- ½ taza de soya texturizada cocida
Estas cantidades aportan entre 25 y 50 mg de isoflavonas.
A pesar de toda esta evidencia, muchas mujeres aún reciben recomendaciones erróneas de evitar la soya tras un diagnóstico de cáncer de mama. Y, mientras tanto, otros hábitos verdaderamente dañinos como la copita de vino tinto o las carnes procesadas, se siguen normalizando.
La diferencia entre el miedo y la prevención está en la información. Hablemos con datos, no con miedo.💗
Referencias:
- American Cancer Society. (2022). Nutrition and physical activity guidelines for cancer survivors.
- American Institute for Cancer Research. (2023). Soy and breast cancer.
- Hilakivi-Clarke, L., Onojafe, I., Raygada, M., Cho, E., Skaar, T., Russo, I., Clarke, R., & Wang, J. (2012). Mechanisms mediating the protective effects of prepubertal genistein exposure against mammary cancer. Carcinogenesis, 33(11), 2262–2270.
- Kuiper, G. G. J. M., Carlsson, B., Grandien, K., Enmark, E., Häggblad, J., Nilsson, S., & Gustafsson, J. A. (1997). Comparison of the ligand binding specificity and transcript tissue distribution of estrogen receptors α and β. Endocrinology, 138(3), 863–870.
- Messina, M. (2016). Impact of soy foods on the development of breast cancer and the prognosis of breast cancer patients. Nutrients, 8(12), 754.
- Shu, X. O., Zheng, Y., Cai, H., Gu, K., Chen, Z., Zheng, W., & Lu, W. (2009). Soy food intake and breast cancer survival. JAMA, 302(22), 2437–2443.
- World Cancer Research Fund. (2023). Diet, nutrition, physical activity and cancer: a global perspective.
- Wu, A. H., Yu, M. C., Tseng, C. C., & Pike, M. C. (2013). Epidemiology of soy exposures and breast cancer risk. American Journal of Clinical Nutrition, 98(6 Suppl), 173S–180S.