🥜 #NationalPeanutButterDay, hablemos de este ingrediente que se ha colado en nuestra alacena. ¿Te has preguntado por qué es tan fácil pasarse con la cantidad?
Te explico: el maní entero requiere tiempo y esfuerzo para masticar, lo que permite que tu cuerpo procese mejor los nutrientes y active las señales de saciedad. ¿La mantequilla de maní? Con su textura suave y cremosa, es otra historia… ¡Es súper fácil comerse más de dos cucharadas sin siquiera darse cuenta! Este tipo de alimentos procesados puede activar el sistema de recompensa del cerebro con mayor intensidad, dándote ese “gustito” inmediato que engancha rápido.
Un dato curioso (e importante): La mantequilla de maní, al ser un alimento mecánicamente procesado, está “predigerida” en cierta medida. ¿Qué significa esto? Que tu cuerpo gasta menos energía en digerirla y, como resultado, absorbes más calorías mucho más rápido que si comieras maní entero. Algo a tomar en cuenta si las comes regularmente y estás intentando controlar tu peso.
Y ojo con los ingredientes. Muchas mantequillas de maní comerciales incluyen aceites añadidos, azúcares y grasas hidrogenadas. Estas últimas, diseñadas para evitar que el aceite natural del maní se separe, son grasas trans que no solo afectan la salud cardiovascular, sino que también hacen que el producto sea más difícil de resistir.
¿Qué deberías buscar? Opta por mantequillas de maní que tengan solo maní como ingrediente (o maní y un toque de sal). Estas opciones naturales son más saludables y respetan el sabor auténtico del maní.
¿También te cuesta parar cuando tienes un frasco de mantequilla de maní en casa? ¡Cuéntame! 🥜