Con la llegada del verano, muchos ciclistas nos lanzamos a vivir aventuras en nuestra “máquina de la libertad”, como cariñosamente llamo a mi bicicleta. El ciclismo no solo nos brinda emociones intensas y experiencias que enriquecen nuestra vida, sino que también nos permite aprender y explorar el mundo como si estuviéramos leyendo un libro de geografía. Cada valle recorrido, cada pueblito de montaña visitado y cada puerto conquistado nos ofrece una visión profunda y auténtica del lugar donde estamos. Pedalear por diferentes países nos conecta con la cultura, la naturaleza y la historia de cada rincón, haciendo de cada viaje una lección y una aventura única.

Pues hoy te quiero contar de mi reciente aventura por la zona de la Cerdaña y los Pirineos de Ariège.

Tomando el tren desde Barcelona, junto con mi amiga Jolita, llegamos el sábado por la mañana a Puigcerdà, una carismática y panorámica villa de Catalunya que colinda con la frontera con Francia. Por su cercanía con los Pirineos y por lógisticas de transporte, lo utilicé como base. Ese día llegamos temprano y enseguida nos fuimos a explorar la zona. Como entrenamiento inicial subimos al pueblo de Meranges, un pintoresco pueblo ubicado a una altitud de aproximadamente 1,539 metros sobre el nivel del mar. Ofrece vistas impresionantes y un ambiente tranquilo, justo y necesario para quienes buscamos escapar del bullicio de la ciudad. La ruta tiene una distancia de aproximadamente 16 kilómetros y un desnivel acumulado de alrededor de 700 metros. Aunque no dedicamos mucho tiempo a conocer el pueblo, pudimos apreciar una de sus características más encantadoras, sus esculturas de animales en madera.

figuras de madera

El domingo era el gran día esperado. Fuimos a ver nada más y nada menos que la etapa reina de LE TOUR DE FRANCE. Preparamos nuestra Apidura (bolso que va en el sillín en el cual se lleva ropa y lo esencial) y temprano en la mañana nos fuimos pedaleando hasta la estación de tren en La Tour de Carol.

Habíamos comprado los boletos y reservado el espacio para las bicicletas (indispensable en verano pues el cupo en el tren es limitado), pero el tren fue cancelado por una avería. Me preocupé muchísimo pensando que no llegaríamos a ver el espectáculo, pero en menos de una hora de espera (mientras tomábamos café) nos dijeron que vendría un bus por nosotras.

Así que en nuestro viaje privado (éramos las únicas) llegamos a Ax-Les Thermes (famoso por sus aguas termales) a media mañana. Fuimos a la residencia donde dormiríamos con el objetivo de dejar vaciar los bolsos (para rellenar con comida y agua), pero no había lugar para ello. Pues bueno, nos pusimos creativas, buscamos un arbusto cerca donde esconder nuestras cosas y a Dios que reparta suerte.

Y ahí nos fuimos. La carretera estaba repleta de ciclistas y no había necesidad de leer direcciones, con seguir el pelotón de fanáticos llegamos a Les Cabannes (pueblo donde comenzaba el puerto de montaña). Entre una cosa y otra ya era mediodía y el sol picaba. Fuimos al supermercado a comprar agua y comida para llevarnos al tope de la montaña. Se esperaba que LE TOUR pasara cerca de las cinco de la tarde, por lo que teníamos que avanzar antes de que nos prohibieran el paso. La subida fue toda una hazaña en zigzag pues había muchos carros oficiales del evento, familias caminando, ciclistas que parecían hacer series subiendo y bajando el puerto y ciclistas de carne y hueso como nosotras.

El ambiente fue muy especial porque coincidió con la fiesta nacional de Francia (14 de julio, La Bastille), lo que añadió un súper fiestón lleno de colores, música y emociones que nunca olvidaré.

Fiesta nacional de Francia

Tadej Pogačar

Logramos subir hasta el kilómetro 13 de los 16 que tiene ese puerto. ¡Qué pena no coronarlo! Llegado un punto, entiendo que estaba lleno arriba, no nos dejaban subir más y además el calor era insoportable. Esta parte superior de la montaña era muy despejada y no había árboles que dieran sombra. Y ahí pasamos una jornada fantástica, nos juntamos con otro grupo de amigos con quienes mirábamos el tour en el celular para saborear el preámbulo de lo que nos esperaba.

Carla

Amigas

Y en un abrir y cerrar de ojos pasó aquel maillot amarillo que parecía volar. Fue un verdadero lujo presenciar esa fuga del gran Pogačar. Y claro, los otros ciclistas también dieron mucho de qué hablar. Aparte de asombrarme al ver su alta cadencia, me disfruté mucho viendo sus expresiones. Algunos estaban casi desfigurados. No es para menos, esa etapa estuvo macabra. Luego tocó bajar ese puerto de montaña con miles de personas, eso da mucho estrés pues el riesgo de caídas es alto. ¡Además de que no contaba con que bajaría con los pros! Mientras descendía, escuchaba el sonido que desprendía la velocidad con la que lo hacían. ¡Wao!

Ciclista

Después de ver esa tremenda etapa, el lunes fue nuestro día de regocijarnos con nuestro propio ’tour’. Saliendo de Ax-les-Thermes, atravesamos una carretera que serpentea a través de prados y bosques densos con pinos y otros árboles que ofrecen sombra y frescura. Súper apreciada en días calurosos como estos.

Las subidas fueron intensas, sobre todo la del Col du Pradel, de esas que te dejan en deuda de oxígeno hasta el día siguiente. Por suerte la subimos por el lado que tenía mucha sombra y la bajamos por el más despejado. ¡Por suerte! Además de los bosques, el recorrido pasa por formaciones rocosas impresionantes. Están ahí para recordarte lo vulnerable e insignificante que eres. Le añaden un elemento dramático al paisaje.

Col du Chioula

Col du Chioula (con mi pegatina de la “C” 😄), situado en los Pirineos franceses. Es un paso de montaña a una altitud de 1,431 metros sobre el nivel del mar. Desde Ax-les-Thermes: 10.9 km con 711 metros de desnivel y pendiente media de 6.5%.

Montaña

Rocas

Fuente

Bosque

Puerto

Col du Pradel, ¡mi preferido! Ofrece un recorrido muy tranquilo y a penas transitado. El camino está rodeado de paisajes variados que incluyen pastizales y bosques densos, con una diversidad de flora que hace del viaje una experiencia mágica. Longitud: 12.5 km con 1,024 metros de desnivel y pendiente media de 8.2 %

Después de subir tanto y en días consecutivos, es súper importante ‘soltar las piernas’. Esto significa que debes pedalear suave y relajado durante un rato, en lugar de machacarte nuevamente. Cuando se suben cuestas (algo que por naturaleza no se me da bien), los músculos trabajan muy duro y acumulan ácido láctico, que es lo que da esa sensación de ardor y cansancio. Salir a dar una pedaleada tranquila ayuda a que la sangre fluya mejor, llevando oxígeno y nutrientes a los músculos y eliminando el ácido láctico.

Y para esto, me fui a recorrer por Llívia, un pequeño municipio español situado en la región de Occitania de Francia. Pertenece a España ya que cuando se hizo el Tratado de los Pirineos de 1659 (fin de la guerra entre España y Francia) España cedió varios territorios a Francia. Pero Llívia quedó excluida de la cesión porque se consideraba una “villa” y no un “pueblo”.

Llívia

Pueblo

Caballo

El miércoles, ya recuperada, volví a mis hazañas en la alta montaña. Esta vez me tocaba ir sola, ya que mi amiga se había regresado a la ciudad. Pedalear sola, algo que he hecho en muchas ocasiones, tiene lo suyo. Requiere mucha concentración en el sentido de saber organizarse, dosificar las energías, presta plena atención al entorno y, lo más importante, ser sensata. Saber qué es viable y qué no lo es. Por otra parte, genera una enorme satisfacción personal y contribuye a la autoconfianza.

Ese día me sentí super realizada por partida doble.

Hace dos años, en mi primer día de clases de francés, la profesora pidió que nos presentáramos en francés y contáramos por qué queríamos aprenderlo. Mi respuesta medio caripelá fue: “Je m’appelle Carla, je suis portoricaine et je voudrais parler français pour voyager à vélo.” O sea, para viajar en bicicleta por Francia. 😂

Pues conquisté el colosal y mítico puerto Col de Pailhères, escenario de muchas etapas del Tour de France. Se encuentra a una altitud de 2,001 metros sobre el nivel del mar y tiene pendientes tremendas y curvas cerradas. El paisaje es espectacular, lleno de montañas y valles.

Como estaba sola, se asomó mi cacula social y hasta saludé a los motoristas (ahora también me siento un poco motera 🙃). En varios pueblecitos coincidí con otros ciclistas y compartimos nuestras respectivas aventuras y rutas. Fue muy emocionante poner en práctica mi básico conocimiento en francés. Había un grupo que estaba recorriendo toda la cadena montañosa de los Pirineos, desde el País Vasco hasta Cap de Creus en Cataluña. ¡Qué ganas!

Así que, además de conquistar el puerto, me sentí súper realizada por poder hablar (algo básico) de francés.

Bajada

Ciclistas

Pueblo

Pailheres

El Col de Pailhères está situado en el departamento de Ariège, en la región de Occitania, al sureste de Francia. Conecta los pueblos de Ascou y Mijanès. La distancia total es de aproximadamente 18.6 kilómetros, con un desnivel de 1,281 metros y una pendiente media del 7%.

Y bueno, llegado el viernes, tenía que sacarme esa espinita de no haber coronado el puerto Plateau de Beille. Coronar, en la jerga ciclista, significa superar el reto de la subida y alcanzar el punto donde comienza el descenso o, como en este caso, donde el terreno se nivela.

Allez

Allez, allez” fue mi mantra interno. La carretera estaba vacía y a lo lejos se veía el pico de la montaña envuelto en niebla. A medida que se asciende, la vegetación cambia de bosques densos de pinos a pastizales. Al llegar a la meseta, me encontré con vacas; al parecer, los pastores locales llevan sus rebaños a las montañas para aprovechar los pastos frescos. Aunque me hubiera gustado mantener un ritmo constante como en los otros días, en el ascenso tuve que aplicar la estrategia de “pequeños logros” (algo que aprendí cuando subí el Teide). Dividí la subida en tres etapas, deteniéndome cada 5 km para tomar un respiro

Pinos

Niebla

Arriba

Plateu de Beille, desde Les Cabannes (única vía): 15.8 km con 1248 metros de desnivel y pendiente media de 8 %.

Como puedes ver, el cicloturismo ofrece una experiencia rica en desafíos físicos y deleite visual, ideal para los amantes de la naturaleza y la aventura. Me disfruto estas experiencias como una niña pequeña y por eso las comparto con mucho cariño. Espero que las disfrutes. Nada ni nadie nos quita lo bailao’. ❤️

Conoce mis estrategias nutricionales para este viaje aquí: Mi estrategia nutricional para un viaje en bicicleta