A todos nos ha pasado alguna vez. Por mucho que cuidemos nuestra ropa, hay una cosa que sucede y nos roba la paz: cuando se nos sale el cordón del pantalón. Y nos da mucha rabia porque sabemos que podríamos haberlo prevenido, haciendo un nudo pequeño en cada extremo. Ahora que se nos ha salido, colocarlo nuevamente puede resultar más complicado de lo que pensamos.
Quería que primero te identificaras con este mal sabor antes de explicarte esta analogía. :-)
En estos días alguien me preguntó si yo no me cansaba de hacer ejercicio y de cuidar mi alimentación. Me parece que el tema surgió en medio de unas vacaciones cuando pedí de postre un melón fresco en lugar de un bizcocho de chocolate. En realidad, con ese calor, el bizcocho poco me apetecía. Y bueno, comerme el melón me hizo pensar en esto.
Para mí, comer saludable todos los días y procurar llevar una vida activa es como hacerle el nudo a cada extremo del cordón y asegurarme, cada día, de que no se deshaga. Y, si se deshace, volver a hacerlo. Porque una vez se nos sale de la cintura del pantalón sabemos que es todo un proyecto colocarlo y que requiere paciencia y ganas. Como cuando dejamos de hacer ejercicio por un largo periodo o cuando nos abandonamos a comer de manera inconsciente. Una vez que se nos complica la situación, ya sea porque desarrollamos una enfermedad o porque no nos queda la ropa, tomar acción requiere un enorme esfuerzo. Hubiera sido más fácil caminar esa media hora diaria o aprender a elegir la fruta como postre.
Dicho esto, yo no me canso de ejercitarme a diario ni de cuidar mi alimentación porque no me canso de sentirme bien, con energías y de gozar de buena salud. Y con los años, me doy cuenta de que la salud no es algo que se pueda dar por sentado. Que si hago una ruta larga en bicicleta debo estirar después porque, si no, al otro día, me cuesta el doble, y si me paso de la segunda copa, al día siguiente lo pagaré.
No es que estemos anotando los achaques ni ventilando las dolencias. Es que vivir en gratitud es, en parte, cuidar lo que tenemos. Y la verdad es que yo prefiero cuidarme todos los días y no esperar de brazos cruzados a que el cordoncito finalmente se salga. ¿Estás de acuerdo?