Esa hambre incontrolable que viene después de beber en exceso y con la resaca, o tras haber fumado cannabis. Se desprende del inglés “To munch”, que quiere decir masticar o mascar de una manera rápida y ruidosa.
Este comer por comer no hay que gestionarlo con una reflexión, como con el hambre emocional de la cual te he hablado anteriormente. Este aumento descontrolado del apetito, en el caso de la marihuana, ocurre ya que los cannabinoides revuelven las neuronas del hipotálamo responsables de controlar el hambre. Por lo tanto, no hay un trigger emocional sino de carácter fisiológico. Y, aunque tanto el alcohol como el fumar, son para reír y relajarse, comerse una bolsa entera de papitas seguida por un vaso de leche con oreos, además de ser una combinación ‘schifosa’ (la palabra asquerosa en italiano me parece perfecta), puede provocar acidez estomacal, ganancia de peso y problemas del sueño.
Entonces, ¿cómo gestionarlos?
- Come de manera organizada. Esto va para cualquier persona que sufra de hambre nocturna, sea o no inducida por el alcohol o el cannabis. Establece unos horarios que incluyan las tres comidas principales, así como meriendas saludables. Si estás satisfechx será menos probable que te rindas ante el descontrol de los munchies.
- Lávate la boca. Cepillarte los dientes con una pasta refrescante como la de menta te ayudará a sacarte de la cabeza las papitas. Y si aun así regresas a la cocina, te darás cuenta que después de lavarte la boca los sabores no son tan agradables.
- Fuera de la vista. ‘Out of sight, out of mind’. No traigas el enemigo a casa. No compres bolsas de granola, galletas, papitas y haz lo que sea necesario para mantener esas terribles combinaciones de munchies lejos de ti.
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