El aceite de pescado es el tercer suplemento dietético más consumido en Estados Unidos. Al menos un 10% de los estadounidenses toma aceite de pescado con regularidad, y en su mayoría creen que los ácidos grasos omega-3 de suplementos protegen su salud cardiovascular. Cosa que no es del todo cierta según la literatura científica.

Existen buenos motivos para creerlo, al menos en teoría, La mayoría de los suplementos de aceite de pescado son ricos en dos ácidos grasos omega-3, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el docosahexaenoico (DHA), que pueden hacer la sangre más líquida, como hace la aspirina, reduciendo la posibilidad de trombos. Los omega-3 también pueden mitigar inflamaciones, que influyen en la ateroesclerosis. ¿Pero qué sucede? Estas propiedades son dignas del consumo de pescado graso, no de las cápsulas de omega-3.

La gota que colma la copa. Un estudio reciente ha revelado que ~ 20% de los suplementos de omega-3 de aceite de pescado que encontramos en el mercado están rancios. Es decir, oxidados. Algunos de los productos registraron niveles 11 veces superiores a los limites recomendado. Algo que deberíamos poder detectar inmediatamente por un olor y sabor desagradable, pero que, al incluir ciertos saborizantes con ese mismo objetivo, nos pasa desapercibido.

El aceite de pescado es de los más propensos a la oxidación y en gran parte de debe a su larga cadena de suministro. La mayoría proviene del aceite de anchoa capturadas en Perú que en muchas ocasiones se extrae y destila en China, y vuelve para ser empaquetado en Norteamérica y Europa.

Aunque queda mucha investigación por delante, algunos estudios evaluaron los efectos negativos de la oxidación, generando un impacto dañino en los niveles de colesterol. Justo lo que se intenta corregir tras su consumo.

Mi consejo: aquellos que consumen pescado, prioricen esto ante este tipo de suplementos. Con consumir pescados grasos de baja escala (anchoas, sardinas, boquerones) al menos dos veces por semana, se ingiere una interesante cantidad de varios nutrientes saludables y no solo EPA y DHA.

¿Y para los que no comen pescados o la comunidad vegana? Como estrategia para mantener un adecuado equilibrio entre omega-6 y omega-3, y un aporte suficiente de ALA de origen vegetal se propone:

  • asegurar la ingesta de ALA (1-1.5 g/día) a través del consumo de nueces, semillas de lino y chía machacadas y aceite de lino.
  • reducir el consumo de aceites ricos en omega-6: aceites de semillas (girasol), maíz, margarinas y otras grasas industriales y priorizar el aceite de oliva

Referencia: https://academic.oup.com/nutritionreviews/article/80/1/138/6321411