En un reciente estudio hecho por la Universidad Johns Hopkins se evaluaron los efectos de cuatro sustitutos del azúcar (aspartamo, sucralosa, sacarina o stevia) en los valores de glucosa en sangre de adultos sanos y las compararon con cantidades equivalentes de glucosa y un placebo. Los investigadores encontraron que, en promedio, después de varias pruebas de tolerancia a la glucosa, los que consumieron sacarina y sucralosa tenían picos glucémicos notables.

Por otra parte, también analizaron muestras diarias de las heces y la saliva de los participantes, encontrando que los cuatro edulcorantes alteraron la cantidad, la actividad y los tipos de bacterias presentes en el intestino y la boca.

Luego, los investigadores trasplantaron muestras de heces, tomadas de grupos que habían consumido sacarina, sucralosa, glucosa o nada, en el sistema digestivo de ratones y encontraron que, después de comer, los valores de glucosa en sangre de ratones con muestras de consumidores de sacarina y sucralosa eran más altos. Según el investigador principal, esto sugiere que fueron los cambios en los microbios los que lo determinaron.

Por sí mismos, los edulcorantes no elevan la glucosa en sangre, pero perjudican la capacidad del cuerpo para manejarla debido a los mecanismos mediados por el microbioma. Los efectos de estos cambios microbianos aún se desconocen. Se necesitan más investigaciones.

¿Qué nos llevamos de esto? Siendo muy simplista, esto no significa que sea más saludable beber Coca Cola en lugar de Coca Zero. Ni que sea una estrategia efectiva cuando se quiere ‘rebajar’. Sabemos que las bebidas azucaradas están asociadas con enfermedades metabólicas. Ahora bien, los edulcorantes artificiales no son inofensivos. Y como si fuera poco, hay que tomar en cuenta que, al ser doscientas veces más dulces que el azúcar, alteran el umbral del sabor agravando nuestra apetencia por lo dulce.

📌 Personalized microbiome-driven effects of non-nutritive sweeteners on human glucose tolerance