Los otros días estaba en un restaurante en el cual la ofrecían como bebida alterna a los espumosos. Aunque el precio de un vaso de kombucha era el mismo al de la copa de cava, esta bebida fermentada y con efervescencia, llevaba un reclamo de “healthy” que llamó mi atención. 🤓 ¿Era saludable esta kombucha?
El camarero me trajo una copa y la kombucha embotellada en un frasco de cristal. Lo cual le agradezco, pues podría verificar su rotulación nutricional. Era de sabores a partir de frutas y especias: manzana, zanahoria, cúrcuma, canela y vainilla. La serví en su copa y, como de si catar un vino se tratara, en nariz me recordaba a fruta algo pasadita y el primer sorbo me recordó a la sidra que bebía de niña en la cena de Navidad. En fin, algo poco convencional, pero me gustó.
Entremos en materia…. la kombucha probiótica que acompañaba mi cena, la acompañaba requetebién: con 30 gramos de azúcar por botellita. Casi la escupo del susto. 😅 Por muy healthy que sea, a la hora de valorar esos nutrientes y organismos vivos que puede contener, bajo ningún concepto justifica la ingesta excesiva en forma de azúcar que tienes que asumir. Los mismo que sucede con la jalea real. 😉
¿Qué es la kombucha y por qué está tan de moda?
De manera muy resumida, se puede decir que la kombucha es un fermento de té, usualmente negro o verde, al que se le añade azúcar y “un hongo” o madre de kombucha. Y, su popularidad se remonta al conocimiento de los probióticos y sus posibles beneficios en nuestra salud.
¿Qué hay de cierto en las propiedades que se le atribuyen?
Es cierto que contiene microorganismos vivos (no está pasteurizada), pero no vas a obtener mayores beneficios que los que te pueden aportar otros alimentos fermentados mucho más baratos y por supuesto, sin tanto azúcar. Ej: chucrut, kimchi, miso, yogurt y kéfir. Y recuerda, que la fibra no digerible de los alimentos vegetales ya de por sí ejerce un efecto positivo sobre tu salud intestinal: actúa como prebiótico, con “e”. Es decir, como alimento a tus microorganismos.
Lo que sucede es que para elaborar la kombucha se necesitan grandes cantidades de azúcar y, aunque una parte se transforma durante la propia fermentación, la otra parte permanecerá en el producto final. Y, ya sea azúcar moreno, miel o panela, sigue siendo azúcar libre. Una de las responsables de la pandemia de obesidad.
Además del azúcar que contiene, puede tener trazas de alcohol. Cosa a tener en cuenta cuando se usa el reclamo healthy.
Y, sumado a eso, en su contra está el “efecto halo” de incorporar esta bebida a tu alimentación. El efecto halo en alimentación viene de pensar que al incluir un alimento ‘más saludable’ dentro de una comida compensarás por los otros menos sanos. La kombucha que bebí ese día, además de inspirarme a escribir esta nota, poco hizo por el exceso de quesitos grasos en mi cena.
Si te gusta la kombucha, tómala por eso, porque te gusta y es una opción refrescante, pero no la elijas esperando que te vaya a aportar mucho más. Las cosas como son. 🤷🏻♀️