Según la definición actual del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, un desierto alimentario es una zona urbana en la que hay que desplazarse más de una milla para poder encontrar un comercio de alimentación que venda comida saludable.

O sea, si tienes que caminar más de 20 minutos para comprar frutas y vegetales frescos vives en lo que se denomina un desierto alimentario. También la dependencia de un carro para llegar al supermercado se toma en cuenta.

El término ha sido utilizado por académicos, legisladores y grupos comunitarios para describir aquellas áreas urbanas pobladas donde los residentes no tienen acceso a una dieta saludable. Una situación que deteriora la salud pública al restringir la disponibilidad y la asequibilidad de alimentos beneficiosos para la salud.

Existe una alta probabilidad de que un desierto alimentario aparezca en una zona de bajo valor adquisitivo, pero no se limita a ello. Casi todas las regiones geográficas en las que abundan las cadenas de restaurantes de comida rápida, o tiendas de conveniencia como las de las gasolineras repletas de alimentos ultraprocesados, se consideran desiertos alimentarios. La lamentable realidad de casi un 40% de la población estadounidense.

¿Cómo impactan la salud?

Tal y como ocurre en un desierto, la poca disponibilidad de alimentos aumenta el riesgo de malnutrición y tiene graves repercusiones en la salud. Vivir en un desierto alimentario es sinónimo de vivir en un entorno obesogénico lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes, enfermedades cardiovasculares y varios tipos de cáncer. Y por añadidura, desde el punto de vista de la salud pública, la obesidad puede ser generacional, ya que los hijos de las personas con obesidad tienen más posibilidad de desarrollar la enfermedad en el futuro.

Por otra parte, los desiertos alimentarios representan un riesgo para las personas que sufren alergias alimentarias.  Los colorantes, los saborizantes, los nitritos, los sulfitos y cualquier otro aditivo en los ultraprocesados son alérgenos.

¿Qué podemos hacer?

Dejar de plantear las soluciones a la obesidad en el plano de lo personal. Corresponde abordar el problema desde lo colectivo con medidas que consideren el entorno urbano.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan algunos métodos para abordar y prevenir los desiertos alimentarios:

  • Establecer mercados locales de agricultores.
  • Construir jardines comunitarios.
  • Invertir y mejorar el transporte público que permita el traslado desde los desiertos alimentarios hasta la cadena de mercados saludables.
  • Mejorar las leyes locales para atraer hasta los desiertos a los inversionistas de supermercados y alimentos saludables.

Y, además de estas medidas, existen hábitos de compra que se pueden mejorar a través de la reeducación alimentaria con un nutricionista-dietista.