Los productos “sugar free” se extienden como un virus en el supermercado. ¿Valen la pena? Cuento largo corto, no.
Además de ser más caros que los originales, no son una opción saludable porque su valor nutricional no es mejor. La mayoría de estos productos, por no decir todos, están elaboradas con aceites refinados y grasas hidrogenadas que son fatales para la salud cardiovascular. Y en términos calóricos, no suponen ningún ahorro.
En cierta manera, podemos decir que sustituir las galletas regulares por las que no llevan azúcar añadido es como “desvestir un santo para vestir otro”. Si bien no les agregan azúcares libres, tienen edulcorantes artificiales, nada buenos, y además están elaboradas con harina refinada que es un hidrato de carbono de absorción rápida. Por consiguiente, tras su consumo, se elevarán los niveles de glucosa. En este caso, estás igualmente ante un producto que no es saludable, ni recomendable para su uso regular. A nivel nutricional no tienen nada que aportar: ni vitaminas, ni minerales.
Ahora bien, comer un dulce de forma puntual no tiene nada de malo amig@. Si te quieres comer las galletas pues date el gusto y sigue pa’ lante. Lo importante es que tengas claro lo que estás comiendo. Que sepas con qué se ha elaborado y que cuando lo comas lo hagas por gusto, es decir, que lo eliges en base a tus preferencias y no porque ponga sin azúcar añadido. ¡No te dejes engañar!