¡A comer pasteles!

“Si el año pasado tuvimos problemas quizás este año tengamos más pero no se apuren que la Navidad a la vuelta de la esquina está”. 🎵

La Navidad es, sin duda, una época principalmente gastronómica. Durante un mes, o más, se multiplican los encuentros familiares para comer y celebrar.

Esta Navidad será diferente y muchos de nosotros nos quedaremos añorando abrazar a nuestros seres queridos y sentarnos a la mesa a degustar el banquete. No es momento de alargar la lista de las restricciones, y como nutricionista-dietista quiero exhortarte a disfrutar sin culpa de los pasteles.

Para los lectores no boricuas, les cuento que cuando hablamos de pastel no hablamos de una torta dulce. Hacemos referencia a un plato típico muy similar al tamal mejicano que, en lugar de llevar harina de maíz para hacer la masa, se prepara con: plátano, guineo verde y con yuca o yautía. Es decir, es un plato principal y como dice la conocida canción, se comen calientes: “Si me dan pasteles, dénmelos calientes, que pasteles fríos, empachan a la gente.” 🎵

Si bien la comida tiene la capacidad de aportarnos todo lo que necesitamos para sostener la vida, los alimentos y la manera en que los llevamos a la mesa son una forma de expresión cultural, como el baile y la música. ¿O acaso te puedes imaginar una Navidad sin parranda o sin pasteles?

“Dime lo que comes y te diré quién eres”. El pastel de masa sin duda alguna responde al conocido axioma. Es un deleite culinario multicultural, una verdadera mezcla de nuestra herencia, taína, española y africana. El ají y el achiote de los taínos; el cerdo, las pasas, las aceitunas y los garbanzos de los españoles y el plátano y el guineo de los africanos.

Los pasteles de masa han sido siempre un alimento fundamental en nuestra mesa, sin embargo, siempre asociado con las comidas de las Pascuas Navideñas. ¡Es que abrir un pastel es como abrir un regalo y si no los hemos preparado nosotros, la búsqueda de los pasteles es la víspera del gozo! Mientras escribo esto, también cuento los días para que Doña Cándida me haga la entrega de mis pasteles. Tenerlos en la cena de Nochevieja es fundamental para canalizar la nostalgia y satisfacer la curiosidad de mis invitados. Este año tendré de todas las variantes: rellenos de cerdo, rellenos de pollo y los vegetarianos que llevan un buen mejunje de vegetales.

Un pastel promedio tiene aproximadamente 450 calorías, nada exorbitante. Si quisiéramos pudiéramos comernos un pastel todos los días y probablemente no aumentaríamos de peso. ¡Creo que con esto ya les he hecho el día! El problema, o llamémosle reto, realmente está en aprender a moderar nuestra ingesta calórica. La ganancia en peso que ocurre en las Navidades no es porque comimos pasteles o arroz con gandules o guineítos en escabeche. Este aumento es consecuencia de los excesos. Solemos acabar las fiestas con la sensación de no haber parado de comer en ningún momento. Gestionar esto es la manera inteligente de prevenirlo. No hay que echarles la culpa a estos magníficos platos, mucho menos a nuestros pasteles.

Un decálogo de estrategias para disfrutar de una Navidad saludable:

  1. Un pastel con ensalada y listo. El pastel representa una comida completa ya que tiene todos los macronutrientes: los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Si quieres acompañarlo con el arroz o con el pernil, sírvete medio.
  2. Evita consumir postres en cada comida y cuando lo hagas selecciona solo uno, el de tu preferencia. Comer un poquito de todo provoca una fiesta de sabores en nuestro paladar que nos lo complica para saber cuándo parar.
  3. Desayuna bien y procura llegar a la comida con algo en el estómago. Enfrentarse con hambre a tantas alternativas suculentas es el caldo perfecto para el descontrol.
  4. Evita consumir de todo en una misma comida. Si tienes varias comidas en un mismo día selecciona algunas de las alternativas para el almuerzo y las otras para la cena. Para saborear y disfrutar bien un alimento es fundamental que no se mezcle con otros ya que estaríamos percibiendo muchos sabores a la vez y realmente no somos conscientes de lo que comemos. Si no tienes esta voluntad, utiliza un plato pequeño para servirte un poquito de todo.
  5. Hay que mantenerse físicamente activo. No es momento de abandonar la rutina de ejercicios. Esto nos ayudará a contrarrestar los excesos alimentarios, controlando la ganancia en peso y nuestro panel de lípidos.
  6. Asegura en cada comida una porción de vegetales. Toma en cuenta que a la hora de comer somos muy visuales y ver el plato lleno de comida, aunque sea con ensalada, nos hará sentir más satisfechos.
  7. Controla las porciones. Puedes utilizar tus manos como referencia. La palma de tu mano para la porción de la proteína y el puño para los carbohidratos como el arroz con gandules. Si también quieres ensalada de papa, divide la cantidad entre ambos.
  8. El cuerito es todo grasa, y no de la buena. Mantenlo al margen.
  9. Prueba recetas nuevas. Arriésgate a confeccionar platos que incluyan más frutas, vegetales, hierbas y especias.
  10. Modera el consumo del alcohol y recuerda tomar un vaso de agua entre cada bebida. Mantenerte hidratado te ayudará a aminorar sus efectos secundarios.

¡Felices y saludables fiestas!


diciembre 10 2020, Es Mental