Consumidores buscando comodidad antes que salud.

Lo ideal sería que no comiéramos alimentos que llevan una etiqueta nutricional. Como una zanahoria, o un pepino que no la llevan. Pero entonces si la tiene, además de leerla tienes que saber que detrás de esta experiencia de compra están las 4 “p” del marketing. Las terribles “pes” responsables de que nos excedamos en el consumo diario de calorías, sodio, azúcar y grasas trans.

Precio. Esto tiene tanto poder que hasta los precios de los productos pueden predecir el aumento en nuestro consumo calórico y los índices de obesidad en la población. ¿Cuántas veces no llevas a casa algún producto en envase familiar (mucho más grande) que al final no es más barato pero te atrae?

Publicidad. Está por todas partes y aprovechando cada oportunidad para anunciar algún producto con cualquier declaración nutricional.  ¡Tan empática la Coca Cola! Siempre llevándonos mensajes cargados de gran optimismo donde el fin común es la felicidad.

Producto. ¿Te pasa que cuando ves un envase con colores tierra y verde lo sientes más natural?

Punto de venta. Al igual que hay expertos en nutrición, existen expertos en cómo colocar alimentos en los estantes de los supermercados. Y así puedes agarrarlos sin pensarlo mientras hablas por teléfono o te distraes con la buena música de fondo.

¿Qué se puede hacer? Comenzar por hacernos conscientes de que nuestras decisiones alimentarias están totalmente influenciadas. También podemos hacernos expertos en conocer las tácticas que se utilizan para persuadirnos y establecer unas pautas de conducta que nos protejan. Y por supuesto, aprender a utilizar mejor nuestro raciocinio en lugar de dejarnos llevar por las emociones cuando llevamos alimentos a casa.