El intestino, nuestro segundo cerebro

Nuestro intestino es mucho más que un órgano digestivo; es un complejo sistema que actúa como nuestro segundo cerebro. Las bacterias que lo habitan influyen significativamente en nuestro estado de ánimo, nuestras emociones e incluso en nuestro comportamiento diario.

Los términos microflora y microbiota intestinal hacen referencia a un ecosistema compuesto por más de cien billones de bacterias que colonizan nuestro tracto gastrointestinal. La forma en que nacemos, nuestra alimentación desde la infancia y el entorno en el que vivimos determinan la composición de nuestro microbioma. Una flora intestinal saludable se asocia con haber nacido por parto vaginal y haber sido amamantados con leche materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida. Sin embargo, aunque la microbiota se establezca en la infancia, es dinámica y puede cambiar según nuestros hábitos diarios. Por ello, mantener una alimentación equilibrada es clave para su bienestar.

Las bacterias intestinales desempeñan un papel fundamental en la regulación del sistema inmunológico y también han sido vinculadas con la función cerebral y enfermedades como el cáncer de colon, la enfermedad inflamatoria intestinal, la depresión, el Alzheimer y el Parkinson.

Equilibrio entre bacterias buenas y malas

En nuestro organismo coexisten bacterias beneficiosas y perjudiciales, y es nuestra responsabilidad mantener un equilibrio adecuado (idealmente, un 85 % de bacterias buenas y un 15 % de bacterias malas). Para lograrlo, debemos:

  • Evitar el consumo de sustancias tóxicas como pesticidas, aditivos y colorantes.
  • Reducir la ingesta de alimentos ultraprocesados.
  • Gestionar adecuadamente el estrés.
  • Seguir una dieta rica en fibra y baja en carnes rojas.
  • Limitar el uso de laxantes y anticonceptivos orales.
  • Evitar el alcohol, el tabaco y las drogas.
  • No abusar de los antibióticos.

Un intestino saludable, un buen estado emocional. ¿Por qué?

Nuestro intestino está directamente vinculado con nuestro bienestar emocional. Algunas bacterias intestinales producen serotonina y ácido gamma-aminobutírico (GABA), neurotransmisores esenciales para la regulación del estado de ánimo. Niveles bajos de GABA pueden estar relacionados con ansiedad, insomnio y depresión.

¿Qué puedo hacer para nutrir mejor mi flora intestinal?

Para fortalecer nuestra flora intestinal, podemos recurrir a prebióticos y probióticos:

Prebióticos: Son compuestos presentes en ciertos alimentos que estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas. Se encuentran en alimentos como:

  • Raíz de achicoria
  • Cebolla y ajo
  • Plátanos
  • Espárragos
  • Trigo integral

Probióticos: Son microorganismos vivos que ayudan a repoblar nuestra microbiota y mejorar la salud intestinal. Se encuentran en:

  • Yogur: Es el probiótico por excelencia. Opta por aquellos enriquecidos con cultivos vivos.
  • Chucrut: Col fermentada, muy popular en Alemania, ideal para mejorar la digestión.
  • Miso y salsa de soya: Fermentados de la soya, ampliamente utilizados en Japón.
  • Aceitunas aliñadas: Si se elaboran de manera tradicional, pueden aportar bacterias y levaduras beneficiosas.

Alimentos para un intestino saludable

Para mantener una microbiota equilibrada, es esencial llevar una dieta variada, rica en:

  • Frutas y vegetales: Aportan fibra soluble e insoluble, facilitando el tránsito intestinal. Se recomienda consumir una amplia variedad de colores para obtener diferentes nutrientes esenciales.
  • Cereales integrales:Avena, cebada, centeno, mijo, quinoa y arroz integral son excelentes fuentes de fibra.
  • Alimentos fermentados: Como el kéfir, kombucha, kimchi y encurtidos naturales, que aportan microorganismos beneficiosos.

Evita estos alimentos

Algunos alimentos pueden alterar la flora intestinal y causar malestar digestivo:

  • Comida ultraprocesada y alta en sodio: Como embutidos, snacks y productos enlatados con conservantes.
  • Azúcares refinados y edulcorantes artificiales: Pueden desequilibrar la microbiota y causar hinchazón.
  • Fritos y grasas saturadas: Pueden dificultar la digestión y favorecer el crecimiento de bacterias perjudiciales.
  • Exceso de carne roja: Su digestión lenta y su contenido en grasas saturadas pueden afectar negativamente al microbioma.

Recuerda: un intestino feliz significa una mente y un cuerpo en armonía. ¡Empieza a cuidar tu microbiota hoy mismo!