Para una noche, una copa

Por: Cordelia Buitrago

“Una copa de vino”, me dijo Carla. Y yo, que no bebo en exceso, pero en buena compañía y sabrosa comida, me puedo tomar tres copitas de espumosos, pensé: tendré que evitar las interesantes tertulias y las buenas cenas. Las cenas pueden modificarse, pero la compañía de buenos amigos no se debe limitar. Y decidí enfrentarme a las tentaciones.

El viernes me senté frente a las variados entremeses, los miré desafiante, y tomé unas frutitas y una lasquita de queso (todo en diminutivo) y ante las rebosantes copas de vino, mi querido anfitrión me sirvió una minúscula copita (sabe de mi necesidad de rebajar) de un exquisito vino que por poco me hace protestar: “oye, estoy rebajando y sé que la economía está crítica, pero..”, callé.

Tomé un minúsculo sorbo que disfruté como agua en el desierto y sorbo tras sorbo pasó la alegre tertulia, la sabrosa y saludable comida y, para mi propio asombro, al final de la cena todavía me quedaba el último “trago”, y no de mi vida, pues creo que he descubierto la forma correcta de disfrutar de los amigos, de la conversación, de la cena, de la noche y del vino: todo despacito.

PD: He rebajado 20.

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