¿Qué tal si responsabilizamos a este personaje por la neofobia?

La neofobia es el miedo a probar algo nuevo. Es una repugnancia ante el sabor de algo. La misma se puede superar dándole de comer al niño en muchas ocasiones diferentes alimentos e idealmente en “bocados diminutos”. La utilidad de este método donde la ración es “diminuta” proporciona una manera no estresante de llevar a cabo múltiples exposiciones necesarias para incorporar nuevos sabores. Probar varias veces un alimento (pueden ser más de 10 ocasiones) y darse cuenta que la espinaca no lo mata tendrá como resultado que la repugnancia hacia ésta disminuya al punto que un día le entusiasme comerla.

Sin embargo, además de la exposición para el desarrollo del gusto, el entorno influye grandemente en la percepción del alimento. La sugestión para bien o para mal es clave. La exposición diaria a anuncios publicitarios en donde aparecen atletas conocidos comiendo el cereal azucarado y donde la avena nutritiva tiene a un personaje insípido influyen en la disposición de los niños y adultos a consumir ciertos productos vs otros.

Aprendemos los gustos en el contexto de poderosas influencias sociales, de nuestra familia, amigos y los medios. Pero podemos sacar algo positivo de esto, y entender que nuestros gustos no están tallados en una piedra y que no vienen determinados con nuestros genes. Son maleables. El paladar se educa y para lograr adoptar y disfrutar nuevos alimentos en nuestra dieta es importante relacionarlos con sus beneficios. Es importante que el niño entienda que por el alto contenido de vitamina C en la espinaca, no se le “pegará” el catarro tan fuerte de su compañero de clase. Y tal vez sea prudente decirle: “ese tigre es malo.”