“Biciosa cruzada de fronteras”
Teníamos 17 días para recorrer y la meta era llegar a Alemania, pero esta vez solo llegamos a Italia. Salimos de Barcelona mi amigo Kike y yo. La primera parada fue en Girona. Ese no era el plan, pero la fuerte lluvia nos detuvo y correr bajo frío no era opción. De Girona salimos a cruzar la frontera a Francia por La Jonquera. ¡Qué vientos! No había manera de avanzar y entre el paso de camiones y autos que te hacen tambalear es un esfuerzo más que físico, mental. El segundo día ya estábamos en Francia y recorrimos varios pueblos y ciudades; Sigean, Montpellier, Arles, Noves, atravesando hermosos campos de lavanda y manzanares.
Luego llegamos a Bedoin y completamos dos puertos de primera categoría; Mont Ventoux y las 21 herraduras de la épica Alpe d’ Huez. Nada más alucinante para un apasionado del ciclismo que pasar por estas rutas leyendo los nombres de grandes ciclistas y repetirte una y otra vez ¡Allez Allez!. Me vuela la cabeza como de una montaña a otra, ya estás en otro país, con otro idioma y sin sacar el pasaporte. Cuando llegas, en algunas fronteras no hay nada, sólo una bandera y ya. Así mismo como llegamos a muchos pueblos fantasmas donde no encontrábamos nada, ni lugares para comer.
Fue así como cruzamos desde Briancon dejando Francia atrás y entrando a Italia por Oulx. Esta llegada fue celebrativa pues estábamos muy deseosos de tener buena comida en la mesa. Y efectivamente, la experiencia gastronómica en Italia es otra cosa. Tan solo encontrarnos con un gordito buena gente en la calle y decir ‘mangiare’ para que nos dirigiera al mejor banquete del viaje. Italia con sus saciantes pastas, frescos vegetales y deleitables gelattos es anillo al dedo en una aventura sobre ruedas. Y fue así como completamos el viaje en Italia, recorriendo; la rica ciudad de Torino y las colinas y valles de la provincia de Alessandría, hasta llegar a la gran metrópolis Milán.
Logramos hacer 1,200 km. -770 millas- con mucho desnivel, pero a la vez, mucha satisfacción.