¿Sabías que la mayor parte de lo que aprendemos sobre la comida lo hacemos en la infancia, sentados cerca de la mesa de la comida?
Cada bocado es un recuerdo y los recuerdos más intensos son los primeros. En esa mesa nos dan comida y cariño. Es ahí donde desarrollamos nuestras filias y fobias y donde nos formamos una opinión sobre si es peor dejar algo en el plato o comérnoslo aunque no tengamos hambre.
“De forma algo alarmante, parece que los hábitos alimentarios de cuando éramos quisquillosos, la cantidad de fruta que comíamos, son un fiel indicio de cómo comeremos cuando tengamos veinte”
(El primer bocado, como aprendemos a comer, Bee Wilson, 2016)